Un chef ejecutivo empresarial tiene la misma libertad de creación, pero también la misma presión que aquel que trabaja en un restaurante.
La cocina también es para divertirse y probar el producto nuevo de una empresa de productos alimenticios es como un día en Disneylandia, asegura Pablo Caballero, chef ejecutivo de la empresa Lyncott. Este trabajo es diferente a lo que uno puede pensar sobre un chef, que pasa todo el día en la cocina, pensando en cómo satisfacer la demanda de sus comensales, quienes tienen demandas distintas todos los días.
En las cocinas de los restaurantes la presión es constante y las relaciones laborales se tensan por el estrés bajo el que viven todos los colaboradores para dar un servicio de excelencia a sus clientes.
Alexander Scherer, coordinador de la Licenciatura en Gastronomía de la Universidad Anáhuac, explica que aquellos estudiantes que no pueden manejar la presión en la cocina tienen oportunidades en otros ámbitos, como en la administración de negocios de gastronomía o como chef ejecutivo en una empresa.
Distintos desafíos
Los retos en la cocina corporativa —para crear nuevos sabores, productos y presentaciones— son distintos a los de los menús de restaurantes, aunque también representan una dura tarea. Probar un nuevo producto, o desarrollar alguno específico para otra empresa requiere un intenso esfuerzo para estos chefs, pues los objetivos del negocio dependen en gran medida de los resultados de la cocina.
Los especialistas que trabajan dentro de las empresas, también son responsables de revisar los productos, ver las áreas de oportunidad, mejorarlos si es necesario, conocer sus alcances y llevar ese conocimiento al área de ventas, para que se cumplan los objetivos de negocio.
“Es complejo porque la venta es cruel, el número no perdona y los objetivos no terminan con el día cuando se van los comensales, como ocurre en el restaurante”, dice el chef ejecutivo.
Aunado a eso, los viajes de trabajo ocurren cada semana, con vuelos a las 4 de la mañana, reuniones todo el día y el cierre del día a las 9 de la noche, para llegar al cuarto de hotel a seguir trabajando antes de dormir. Y después de eso, hay que estar bien despierto y lúcido a las 8 de la mañana del otro día.
Pese a lo complejo que pueda parecer, Caballero asegura que este es el trabajo soñado para un chef, pues no hay problemas con la merma o si se desperdician productos un poco más. También existe la oportunidad de viajar, conocer a otros chefs y sus técnicas, además de hacer propuestas e innovaciones dentro de la empresa.
“En la cocina hacemos pruebas de calidad, desarrollo y trajes a la medida para los clientes, no hay una producción de cocina diaria, es un taller donde experimentamos y probamos todos los productos nuevos. Soy parte del panel de la empresa que se encarga del desarrollo. Y cuando me mandan un producto es como un día de Disneylandia”, cuenta Caballero.
Y si bien existen presiones de distintos tipos, éste es el trabajo que cualquier chico egresado de la carrera de gastronomía podría solar. Sin embargo, no lo podría ejercer, porque primero necesita conocer la presión de una cocina que sirve a los comensales.
Solo de esta manera será capaz de generar ideas, así como crear conceptos y recetas que demandan los clientes de la empresa, y que no podría hacer si no tiene la experiencia previa que te da la cocina de un restaurante.
Caballero asegura que, aunque trabaja para una empresa, los chefs ejecutivos tienen tanta libertad de proponer y crear como en un hotel, incluso cuando creas un nuevo producto o alimento bajo el pedido especial de alguno de los clientes.