Según la leyenda, el mezcal es una bebida que vino del cielo. Todo empezó por un rayo que cayó sobre un maguey; la tormenta bañó los campos y creó el licor que conocemos como “el elixir de los dioses”. Actualmente, las manos femeninas, son las encargadas de preservar esta revelación divina. (1)
El mezcal tiene al menos dos mil años en México. En unidades habitacionales del sitio arqueológico Xochitécatl-Cacaxtla (Tlaxcala), en el año 400 a. C. se hallaron hornos cónicos y ollas relacionadas a la elaboración de este destilado. (2)
Aunque en su fabricación, en antaño estuvieron relegadas, la energía femenina ha acrecentado su fuerza y presencia en la cultura mezcalera, una industria milenaria y creciente en nuestro territorio.
Hoy, las maestras mezcaleras son parte indispensable de la industria de esta bebida que según el dicho popular, debe tomarse a besitos y con respeto.
Conexiones 365 acudió al “Primer Encuentro Nacional de Maestras del Mezcal”, evento organizado por el Frente Mayahuel en la Ciudad de México, a donde se dieron cita más de 50 mujeres productoras de 22 estados del país, de 40 regiones diferentes.
Este medio habló con maestras del mezcal, que mostraron orgullosas su trabajo y resaltaron la dedicación a una tradición de la son parte intrínseca.
En su día a día, vigilan minuciosamente el campo mexicano, donde nace este líquido ancestral recomendado para “todo mal y todo bien también”, que tiene su origen con el sembrado del maguey.
Las maestras mezcaleras explicaron que después se recolecta su semilla; se trabaja, vela y procesa, para llevarse a las manos, boca, paladar e incluso al corazón de sus aficionados.
De generación en generación
Para saber la calidad del mezcal, ellas ya no necesitan probarlo. La vasta experiencia de su vista y olfato les ayuda a saber en segundos sobre su proceso, sabor y tipo. Degustarlo, sólo es el paso final de aquello que aprueban como placer líquido.
Marta Pablo, oriunda de la comunidad de San Pedro Totomachápan, en Oaxaca, lleva el mezcal en las venas, puesto que el amor por esta bebida le ha sido heredado desde hace más de cuatro generaciones.
“Traemos el mezcal de ollas de barro, por eso le llamamos mezcal ancestral”, explicó al mostrar estos recipientes.
“Desde mi niñez, mis abuelos han sido mezcaleros. Entonces, desde ahí lo traemos en la sangre. Ahorita, mis hijos también ya empiezan con la producción del mezcal, entonces, ya es algo que nosotros lo llevamos en la sangre. Ya lo traemos y sabemos preparar el buen mezcal, no somos gente que empezó hace poco.
“Ser maestra mezcalera es un orgullo, porque es parte de nuestra herencia cultural y nuestra solvencia económica. A veces la mujer como que ha sido muy degradada en ese aspecto, pero queremos darnos a conocer, que también las mujeres sabemos hacer el buen mezcal”, aseveró.
Asegura que su natal Oaxaca es cuna del mezcal, y desde ahí, dijo, se externa el deseo de que sus productos elaborados cien por ciento en ollas, trasciendan fronteras no sólo a nivel nacional, sino que se conozcan en el mundo.
“Que conozcan la calidad del mezcal. No solamente el mezcal se utiliza para beber, sino para algunas partes externas del cuerpo. La utilizamos como medicina también, entonces nos gustaría que a nuestro mezcal realmente se le diera el valor que debe tener”, señaló.
En tanto, Angélica García Vázquez, de San Baltazar Chichicapan, Oaxaca, consideró que es un trabajo pesado, pero el reto ha sido asumido por mujeres que han demostrado que pueden poner en alto el nombre de esta bebida.
Ella contó que puede elaborar el mezcal en sus diferentes presentaciones. Sólo para ejemplificar, mencionó el tepextate, jabalí, ensamble, cuixe, tobalá, espadín, y hasta el de pechuga, que se produce con esta parte del pollo o gallina y se elabora sólo en fechas especiales debido a su costo. Por eso, también se guarda para fechas simbólicas o festivas.
La señora García, se dice agradecida por esta herencia de dioses, ya que la ha ayudado a sacar adelante a sus hijos, tras enviudar hace 14 años, tiempo en el que dijo, ha luchado por un lugar en un ambiente aún dominado por hombres.
“Claro que hay diferencia con los hombres, porque muchas veces, más estando en un pueblo, donde hay machismo, una mujer no puede estar en un trabajo que es de hombre o que el lugar de la mujer está en la casa con los hijos o haciendo la comida u otras cosas”, contó.
“Para mí fue muy difícil que me aceptaran en el trabajo. A ellos sí les fue difícil, porque llega una mujer y tienen que ver a una mujer a diario con ellos ahí trabajando, pues sí es un poco difícil, pero a final de cuentas, tenemos que sacar adelante a nuestros hijos. Tenemos nuestro lugar de demostrar también que estamos saliendo adelante”, agregó.
De Santiago Coatepec, Puebla, Bernarda Meza Correa, relata que creció dentro de una familia de mezcaleros y sus integrantes han decidido continuar con el deseo de conservar la tradición y mejorar el sabor.
“Cuando mi papá se casa con mi mamá, él tiene 16 años y ella 14. A partir de ahí, mi abuelo les enseñó a hacer el mezcal y ellos se fueron enfocando en el proyecto y lo siguieron. Nada más que antes se producía muy poco, porque no era muy conocido el mezcal, entonces se producía poquito producto, pero poco a poco se ha ido destacando”, celebró.
“Tiene aproximadamente 62 o 63 años que mi papá hace mezcal, entonces, como hemos crecido dentro, nos hemos mantenido en esa línea y pues mis papás son la parte fundamental de este proyecto en el cual nos enfocamos todos aquí.
“Por eso (la marca) es Hermanos Meza, porque todos los hermanos lo trabajamos. Mis hermanas también son mezcaleras y parte de mis hermanos, yo también sé parte del proceso y también les ayudamos a la comercialización”, agregó.