La concientización sobre el cuidado del medio ambiente ha crecido en la sociedad y con ello, la exigencia de los clientes y gobiernos por el uso de empaques ecológicos.
En el año 2015 se viralizó a nivel mundial el video de una tortuga que sufría cuando biólogos le sacaban un popote de la nariz(1). En una sociedad con más conciencia ambiental la frase “no más plástico” ha abierto las puertas al mercado de empaques y utensilios ecológicos, una industria que va ganando terreno.
La imagen de la tortuga lora captada en Costa Rica se volvió un ícono ambientalista, que motivó a campañas en diversas naciones. En México, en mayo de 2018, el Gobierno posicionó a través de diversos medios publicitarios la frase “Sin popote está bien”(2).
Las peticiones para la reducción del uso de plástico, hicieron eco en organizaciones, académicos, legisladores y demás actores que alertaron sobre los riesgos.
De acuerdo con Greenpeace, más de trece millones de toneladas de este material van a los océanos(3), se calcula que cada año mueren por contaminación por plásticos más de cien mil mamíferos marinos, más de un millón de aves que viven cerca del mar, así como una de cada tres tortugas.
En México, esta asociación documentó que uno de cada cinco pescados que se adquieren con fines alimentarios contiene microplásticos en sus vísceras, lo que advierte además afectaciones para la salud de personas y fuentes de trabajo basadas en el turismo y la pesca, etcétera.
El impulso en el nivel legislativo, logró que para enero de 2020 se prohibiera en la Ciudad de México el que los establecimientos dieran bolsas de plástico para llevar(4), lo que llevó a negocios a idear nuevas formas de transportar y entregar las mercancías innovando con productos reciclables.
Un año después, en enero de 2021, se avanzó a la segunda etapa de la prohibición de plásticos desechables de un solo uso en la capital del país(5), con la que quedó impedida la comercialización, distribución y entrega de empaques con este material.
Esta abarcó a objetos como tenedores, cuchillos, cucharas, palitos mezcladores, platos, popotes o pajitas, bastoncillos para hisopos de algodón, globos y varillas para globos, vasos y sus tapas, charolas para transportar alimentos, entre otros.
Al menos 20 entidades de las 32 que forman parte de la República Mexicana han emitido legislaciones para restringir el uso de plásticos de un solo uso, entre ellos Baja California, Baja California Sur, Coahuila, Chihuahua, Guerrero, Sonora, Durango, Tamaulipas, Veracruz y San Luis Potosí(6).
Empacados con tres flechas verdes
Desde la década de los años 90’s, la presión por parte de usuarios para que los negocios opten por productos reciclables ha ido en aumento(7). Es frecuente que los clientes busquen el símbolo de las tres flechas verdes que así lo indica.
Debido a ello, emprendedores y empresarios han innovado con empaques fabricados con materiales con el sello de las 3R (Reducir, Reutilizar y Reciclar), con materiales como papel, cartón y madera, por mencionar algunos(8).
Incluso plásticos sintéticos, fabricados con polímeros sintéticos como el polietileno, el polipropileno, el politilen tereftalato, el poliestireno, y cloruro de polivinilo; plásticos biodegradables; y de bambú, un material que ha sido catalogado como renovable, accesible y biodegradable. Este último ha sido adoptado por empresas de tecnología como Dell, que lo usa para la protección de determinados dispositivos(9).
En México, desde sus casas de estudio han resaltado propuestas para cuidar el ambiente. En el Instituto Politécnico Nacional (IPN), investigadores crearon una película comestible mediante el uso de una pectina, material que se encuentra en los subproductos de café, como el mucílago, que podría ser utilizado para formar plásticos biodegradables para cubrir productos con aplicaciones, tanto en el sector alimentario como para el sector farmacéutico(10).
El Politécnico también ha anunciado la creación de cubiertos comestibles, elaborados a partir del salvado de arroz y que además, son altamente nutritivos, contienen antioxidantes, aminoácidos esenciales, fibra dietaria, vitaminas, magnesio, hierro y grasas monoinsaturadas y poliinsaturadas para mejorar la nutrición y contribuir al cuidado del medio ambiente(11).
Esta industria echa mano también de la tecnología, con apuestas como los envases activos e inteligentes. Estos son capaces de proteger a los alimentos de distintos factores ambientales que pueden deteriorar rápidamente el producto, como la presencia de luz, humedad, oxígeno, suciedad e insectos(12). Sin embargo, aún se trabaja en volverlos reciclables(13).
En síntesis, este mercado que ha sido impulsado en las últimas décadas tiene todavía retos en puerta, múltiples propuestas y esfuerzos de política pública en beneficio del medio ambiente y la economía.
