La integración con su entorno natural y social, brinda a los proyectos turísticos de una auténtica responsabilidad ambiental y sostenibilidad a futuro.
Si hoy le preguntaran qué características debe tener un “hotel amigable con el medio ambiente”, ¿Qué citaría? Quizá una gestión adecuada del agua, que no emita tóxicos al ambiente y que recicle y distribuya adecuadamente sus desechos.
Todo lo anterior es correcto, pero no basta para que un centro de hospedaje entre en los actuales parámetros de lo social y ambientalmente responsable. Así lo explica David Cámara Navarro, director de UNEX, Asociación Empresarial del Hábitat, su Internacionalización y el Contract. Esto es, en la cadena de valor del equipamiento, diseño, arquitectura y operación de negocios.
“Para un proyecto ambiental es indispensable haber considerado el contexto donde está integrado ese hotel”, explicó a Conexiones365.
Esto es, el proyecto en su integralidad: cómo se diseñó, qué materiales se emplearon en su construcción, y luego, claro está, cómo funcionará. Se trata de lograr una integración natural con ese espacio.
“Un arquitecto, al diseñar un proyecto, está contextualizando. Y tiene que ir acorde con ello las empresas que elija como proveedores, con esos criterios de sustentabilidad. No es cumplir con la oferta de un catálogo, sino integrarla como estrategia en todos los aspectos de la empresa”, agregó el especialista.
De acuerdo con el experto, la sustentabilidad genuina en un hotel ya en operaciones también se establece a través de su integración con el entorno, de los productos que use en sus operaciones, de las compras que haga, de su equipamiento, de los productos turísticos diversificados que ofrezca.
En otras palabras: “Se trata de tener una estrategia fundamental, que llega desde el diseño y la dirección de la empresa. Es un principio proactivo, no se trata de (limitarse a) atender al mercado reactivamente porque eso es lo que demandan. Hoy lo que se busca es una oferta genuina”, apuntó Cámara Navarro.
El know how de la pandemia
Decir que la pandemia por COVID-19 es un parteaguas en el planeta es apenas describir lo que ha ocurrido, efectivamente, sin que el sector turístico, a escala mundial, sea la excepción. Es un tiempo propicio para regenerar la actividad turística y a sus empresas.
“(Expos como) Abastur y CIHAC son espacios para reactivar los proyectos, para hacer una regeneración de la actividad. Cada empresa tiene la responsabilidad de asimilar este nuevo ADN”, señaló Cámara.
El cuidado del medio ambiente y la digitalización de los negocios son tendencias transversales que afectan todas las actividades humanas, y el turismo resulta especialmente sensible en este sentido, sobre todo para las empresas que tienen vocación de futuro y quieren ofrecer productos consistentes.
“Lo más interesante es encontrar experiencias hoteleras que desde antes de la pandemia ya apostaban por esta vertiente y ahora se han vuelto más valiosas, en medio de la situación que vivimos”, comentó.
Las nuevas prácticas del sector se convierten en conocimiento que será identificado como el know how de la pandemia: materiales, equipamiento y tecnología que hoy dan un valor adicional a la oferta.
“Ejemplos hoteleros hay muchos. Por ejemplo, la mexicana hotelera Pulso Inmobiliario, que maneja altos criterios de sostenibilidad en sus hoteles, especialmente con el tema del agua “impacto cero”. Tiene sus propias plantas y no consumen del sistema de agua de la comunidad, sino que incluso le aportan. Es un buen ejemplo global en México y están con la compañía AM Resorts”, detalló.
Las prácticas de reutilización de materiales y de economía circular benefician, primero, al proyecto y a su entorno. A fuerza de operar de esta manera llegan los beneficios al negocio, y son económicos y de reputación. A final de cuentas, resultan más rentables, si bien lo que se persiguió fue la integralidad y la transversalidad, dos elementos que brindan a los proyectos una perspectiva de futuro y sostenibilidad, en todos los sentidos.
